lunes, 27 de septiembre de 2021

Bitácora

 


1. El capitán


22 de diciembre de 1847


Zarpamos temprano rumbo a Corrientes latitud 34 15 24. El viento de popa aceleró la navegación que en su punto máximo alcanzó ocho nudos. No hubo problemas con la mesana pero necesitamos dos hombres para izar la mayor. Cuando lleguemos a puerto mañana me encargaré personalmente de revisar la maniobra. Hemos embarcado a unos pocos viajeros, todos comerciantes. Me llamó la atención una pareja joven. Ella parece de alta sociedad. Él es bastante parco pero amable. Llegaron sin pasaportes, juraron haberlos perdido. Se identificaron como Valentina Desan y Máximo Brandier. Vienen de Salta, o de Jujuy y al parecer se dedican a la venta de yerba mate. Es evidente que han urdido esta trama para abordar el Río de Oro. Pero no voy a contrariarlos. El resto de la tripulación los recibió con la camaradería del marinero, pero creo que ellos no han navegado nunca en su vida. La pobrecita chica estuvo asomada a la borda un buen rato muy pálida, mientras el muchacho la sujetaba fuerte de la mano. El Paraná se portó bien. Estuvo manso como un lago. Ahora voy ocuparme de tareas menos románticas y abrir de una buena vez esta correspondencia que viene de Buenos Aires. Hay un comunicado que parece importante.



2. Ella


Queridísimo Padre:


Imagino que a estas horas ya habrá hallado la carta que le dejé antes de fugarme. No pretendo que me comprenda ni que acepte mi decisión. Entiendo su furia y sé que no aceptará verme nunca más. Quiero, al menos, que sepa que soy feliz junto a este hombre que elegí, que me cuida y me quiere, y con el que pretendo formar una familia y así vivir en la gracia de Dios. Estamos en este momento en una goleta rumbo a nuestro futuro. El capitán ha sido muy amable y hasta nos ha extendido pasaportes con nombres falsos. Pero él no lo sabe, claro. Yo se lo cuento para que no intente buscarnos. No nos va a encontrar. Esta es la última carta que le escribo. De alguna manera quiero agradecerle a vos y a mi madre todo lo que me han dado. Sé lo mucho que están sufriendo pero solo piensen que soy muy feliz. Supongo que eso es lo que un padre quiere para sus hijos. Adiós papá, salude a mis hermanos y a mamá de mi parte. Dígales que los amo a todos.


3. Él


Señor mío y Dios mío, no me arrepiento de todo corazón por haberos ofendido. No, antes bien me alegro de haber tomado esta decisión que, si Tú tanto me conoces y me quieres, sabrás comprender. No creas que mi alma no se atormenta ante lo cometido, pero confío que la luz de Tu amor nos guiará para poder seguir viviendo en Tu gracia. Estamos ahora en una embarcación rumbo a nuestro nuevo destino, una vida en la que prometo seguir rezando por las almas de los más necesitados. Así como las velas que se impulsan con el viento, así espero que nos acompañes en esta etapa, dándonos aire para seguir adelante, con la frente ancha y en el profundo río de tu amor. Tú nos enseñaste que el amor era el primer mandamiento y tantos Padres de la Iglesia lo confirmaron tras de Ti. San Agustín y San Francisco, los jesuitas, tantas noches recitando los salmos del amor. ¡Cómo no poder vivirlo ahora, de la mano de esta mujer que es mi vida entera, por la que dejé todo lo que me ha sostenido hasta el presente. Te pido perdón, Señor mío, si te he ofendido, y espero una vez más, Tu guía y Tu luz. Amén. 



4. El General


Buenos Aires, 21 de diciembre de 1847


Se comunica a todos los capitanes de fragata, goleta o embarcación a vela que el ejército del Excelentísimo General de Don Juan Manuel de Rosas está buscando el paradero de la señorita Camila O´Gorman, hija de Adolfo O´Gorman y Joaquina Pintos. Al parecer la niña de veinte años, alta y de ojos negros se ha fugado con el clérigo Ladislao Gutiérrez, párroco de la iglesia El Socorro, en Buenos Aires. Hasta ahora se desconoce el paradero de ambos, pero se intima a la población en general, y a los capitanes de embarcaciones en particular, a dar cuenta de cualquier indicio que pudiera ayudar a encontrarlos. Ya el Excelentísimo General Rosas ha dado la orden de arresto. Dada la magnitud de esta infamia cometida por dos irresponsables jóvenes, el castigo será ejemplar, por el honor de la iglesia y de la sociedad en general: ambos serán fusilados. 


5. Litografía: “El día en que fusilaron el amor.”


Debajo de la litografía de Rod Kratzenstein se lee la siguiente leyenda: “Sacrificio de Camila O´Gorman y del sacerdote Gutierrez. Fueron fusilados por orden del tirano Juan Manuel de Rosas, en el campamento de Los Santos Lugares, el 18 de agosto de 1848.”