Microrrelatos

 

Ulises

Ha pasado un año desde mi retorno y Penélope sigue tejiendo cada noche. Pero ya no desteje. La manta es tan larga que cubre la cama, el dormitorio, la puerta, los pasillos, el jardín, el muelle, las embarcaciones, el ancho mar, rodea la entera Ítaca y regresa a nuestro lecho donde el hilo aprieta ahora mi garganta y con horror veo que tira con fuerza del nudo y lo ajusta y me dice que ya no va a tejer nunca más.


Caprichos


Si los pájaros te miran extrañados no dudes en tapar la jaula con una manta gruesa. Así  Andrea no se dará cuenta de que volviste a comprar uno. Será más fácil para ella, y para ti, aceptar la idea de la hija devoradora de pájaros si ocultas el pecado y así por transferencia al pecador. Que no es más culpable la chica que solo se alimenta de aves que el padre que compra el pajarito para ser devorado. Ahora bien, lo del pájaro en la boca, eso ya es otro cuento. Y no es mío.

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